diumenge, de juliol 5

Un texto de mi amiga Livia

En velorio permanente le acomodaron las manos. "No tiene sus manos" decías, "se las agarraba la gente y de tanto agarrarlas se las llevaron". Y bajo ese manto café y añejo representando su época yacía el Santo. Como en un cuento, en una caja de plata y de cristal con velas electrónicas a los lados para que no se queme. Un señor a lo lejos explicaba los pormenores del Santo... Decía que se llamó Fray Francisco Aparicio que era muy bueno y que cuando lo desenterraron estaba como hasta ahora, momificado. La casa del Santo es enorme, parece una Catedral ¿Es una Catedral?.No importa ahí vive ahora, me fui con él a decirle las cosas que a los humanos no se les puede ir diciendo como quien va por la calle y encuentra a alguien llorando y le preguntas ¿Puedo ayudarle en algo? Porque en verdad ya no le preguntas, pasas rápido queriendo olvidar su imagen en la cabeza que te repite mil veces las veces que te has sentido desamparado en la calle y muchos ojos te vieron quizá con la misma cara de tristeza y compasión o no te vieron como por pasar un semáforo enseguida sin precauciones. Me limpie los mocos y los recuerdos y nos sentamos, la capilla es una especie de remanso como el mar, siempre se mueve pero acuna y agobia. Pero él estuvo ahí, quietecito con su cara de abuelito "que vivió 98 años", que "lleva siglos así" y como si resucitara para cada uno de nosotros y se volviera a morir para que lo sintiéramos, su muerte revive en los corazones de todos. El Santo estaba de fiesta era el día de San Francisco. "¿Quieres llevar una imagen?" Y había llaveros y fotos y corazones y ceniceros y souvenirs... de Santo en tanto me preguntaba ¿quién comprará estas cosas? Pero volvimos afuera y ahí seguía con sus versos pintados en las paredes y los íconos historia enseñando sus actividades al tiempo. El paseo terminaba en la puerta y la explanada llena de puestos de colores y olores llenos de comida y promesas sabrosas, que si tortas, que si tacos, que si queríamos comer... Y el me escuchaba todavía, eran 20 pasos largos hasta la calle y la vuelta, cuesta arriba, un franciscano preparaba el bautismo de varios taxis mientras tú me lo explicabas todo, nunca te dije que me explicas el mundo. Nunca te dije que le expliqué al Santo...

liv.