dimarts, de juny 30

Romance de Doña Ginebra

ROMANCE DE DOÑA GINEBRA

Cabalga doña Ginebra
y de Córdoba la rica,
con trescientos caballeros
que van en su compañía.
El tiempo hace tempestuoso,
el cielo se escurecía,
con la niebla que hace escura
a todos perdido había,
sino fuera a su sobrino
que de riendas la traía.
Como no viera a ninguno,
de esta suerte le decía:
-Toquedes vos, mi sobrino,
vuestra dorada bocina
porque lo oyesen los míos
que estaban en la montiña.
-De tocarla, mi señora,
de tocar sí tocaría,
mas el frío hace grande,
las manos se me helarían,
y ellos están tan lejos
que nada aprovecharía.
-Metedlas vos, mi sobrino,
so faldas de mi camisa.
-Eso tal no haré, señora,
que haría descortesía,
porque vengo yo muy frío
y a vuestra merced helaría.
De eso [no] curéis, señor,
que yo me lo sufriría,
que en calentar tales manos
cualquier cosa se sufría.
Él, desque vio el aparejo,
las sus manos le metía,
pellizcárale en el muslo
y ella reído se había.
Apeáronse en un valle
que allí cerca parescía,
solos estaban los dos,
no tienen más compañía,
como veen el aparejo,
mucho holgado se habían.